lunes, 29 de mayo de 2023

Más sabe el diablo por preguntarle a sus nietos que por diablo.

 “Más sabe el diablo por viejo que por diablo”. Mi abuelo solía decir mucho este refrán cuando, iluminado por la voluntad de un saber ancestral, decidía compartir una parte de ese conocimiento que posaba en mi cabeza cual halo angelical.

A mí, de pequeño, me parecía que cualquier cuestionamiento a estos saberes antiguos sería erróneo. Me lo decía mi abuelo, una persona que quise y quiero mucho y no tenía razón alguna para mentirme. Ya en la secundaria comencé a cuestionar un poco todo esto. 

La primera vez que surgió esta posibilidad de cuestionamiento fue cuando, con catorce años, mi abuelo hizo una conjetura sobre cómo vive la gente en china. Sus comentarios eran claramente negativos, él había leído algo sobre cómo los tienen completamente controlados y que si arrojan basura en la calle pueden ir presos porque les sacan puntos.

Yo, sabiendo que no es completamente cierto, le expliqué cómo funciona el sistema de créditos sociales y aclaré que es la alternativa que encontraron para catalogar a la gente sin tener que basarse en los bienes materiales. Si todos tienen salarios similares y se supone que no hay nadie rico, se diferencia a la gente por su comportamiento en la sociedad. Él me entendió sin rechistar.

Para ampliar este caso, siempre que voy a visitar a mis abuelos recibo la rutinaria petición de “fijate si tengo algún mensaje nene”. Por más que lo intente y les explique no parece haber forma de que entiendan el proceder para mirar whatsapp. Enviar mensajes ya es algo que escapa a su realidad. 

El otro ejemplo que se me ocurrió fue que hace poco, en EE.UU. le hicieron juicio a TikTok por tacharlo de ser parte de una red de espionaje china que podría estar filtrando información. 

Las preguntas venían de todos lados y cada una parecía más descabellada que la otra. Los senadores, casi todos pertenecientes a la tercera edad, llegaron a cuestionar si “¿TikTok accede a la red WiFi del hogar?” o si la aplicación accede a la cámara del teléfono para ver si se le dilata la pupila a los usuarios con el fin de saber si les gusta el contenido que se les está mostrando.

Ahora bien, por más que sea cierto que nuestros abuelos o personas de la tercera edad poseen muchos saberes que las generaciones jóvenes no, me parece que en ciertas cuestiones más actuales es necesario que los jóvenes sean los voceros de “la verdad”. 

En el caso de mi abuelo pude explicarle cómo es el funcionamiento de este sistema de puntos pero en el otro caso, ¿nadie en todo el equipo de estos senadores pudo avisarles lo equivocadas que estaban esas preguntas?

Creo que en verdad, el refrán debería ser “más sabe el diablo por preguntarle a sus nietos que por diablo”.


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